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El Intercambio

FABIOLA YAÑEZ REVELA LA FALTA DE RESPUESTA DEL MINISTERIO DE LA MUJER ANTE SU PEDIDO DE AYUDA.

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En un relato que pone en evidencia la desconexión de algunos funcionarios públicos con la realidad que enfrentan las mujeres víctimas de violencia, la ex primera dama Fabiola Yáñez confirmó que solicitó ayuda al Ministerio de la Mujer durante la gestión de Ayelén Mazzina, sin recibir la respuesta adecuada. Yáñez, quien ha denunciado al ex presidente Alberto Fernández por violencia de género, describió en su presentación judicial un escenario de abusos constantes que incluyeron hostigamiento, desprecio, agresiones y golpes.

Lo más alarmante de su relato es la falta de apoyo que experimentó al intentar acercarse al Ministerio de la Mujer, una institución que debería haber estado  al servicio de las víctimas, proporcionando no solo recursos, sino también comprensión y solidaridad. «Mostré y pedí ayuda. La persona las vio (las imágenes) y ahora me envió un mensaje diciendo: ‘Vos nunca me pediste ayuda. Dijiste que ibas a venir al ministerio’. Si yo iba al ministerio, salía en los diarios», relató Yáñez, quien sintió que se burlaban de su situación.

Este caso pone de manifiesto que el verdadero propósito de los funcionarios en el Ministerio de la Mujer no debe ser meramente ocupar un cargo, cobrar y repartir plata, asistir a conferencias o participar en convenciones millonarias. La esencia de su trabajo radica en la empatía y el compromiso con las mujeres que acuden en busca de protección y justicia. Sin esta empatía, el ministerio se convierte en una estructura vacía, incapaz de cumplir con su misión de asistir a las víctimas en los momentos más críticos de sus vidas y fundamentalmente a un costo altísimo para los contribuyentes que deben mantener el Ministerio. 

La denuncia de Yáñez contra Alberto Fernández, en la que menciona términos como «terrorismo psicológico», es un testimonio contundente de la gravedad de los abusos que sufrió. Sin embargo, su testimonio también expone las falencias en las instituciones que deberían haberla apoyado. El Ministerio de la Mujer debió haber sido  un refugio para quienes sufren violencia, un espacio donde la prioridad no sean los trámites burocráticos ni las apariciones públicas, sino el bienestar y la seguridad de las mujeres.

Este llamado de atención debería ser un punto de inflexión para replantear las prioridades dentro de las políticas públicas. Las víctimas de violencia no pueden esperar; su sufrimiento demanda acciones inmediatas, comprensión genuina y un apoyo incondicional que, lamentablemente, Fabiola Yáñez no encontró en su momento de necesidad.

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