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El Intercambio

OLA DE VIOLENCIA EN PERÚ. SE HA TRIPLICADO LA CANTIDAD DE HOMICIDIOS EN SIETE AÑOS.

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 El asesinato de Paul Flores, un popular cantante de cumbia, en Lima el pasado fin de semana ha sido la gota que rebasó el vaso en la ola de violencia y criminalidad que azota a Perú, donde se han triplicado los homicidios en siete años, pero en el que las cifras de violencia siguen lejos de los países de su entorno. Tras el crimen, el gobierno decretó este lunes en Lima y la vecina provincia de Callao, una conurbación en la que vive un tercio de los peruanos, el estado de emergencia. La medida ha sido cuestionada por su ineficacia para combatir la delincuencia por parte de unas autoridades que se han demostrado ineficientes desde hace años en esta materia.



La cifra de homicidios en Perú ha ido creciendo progresivamente en los últimos años. En los dos primeros meses de 2025, se han registrado 368 homicidios, mientras que en 2018 fueron 111 en el mismo periodo, según el Sistema de Información de Defunciones.

Pese a este incremento, las cifras están lejos de las de Ecuador, país limitrofe del Perú, donde en enero hubo 781 homicidios. Asimismo, se encuentran aún más lejos de las de Colombia, donde en los dos primeros meses de 2025 se registraron 1.990. Siguió el traslado de 176 detenidos en una recién abierta ala migrante en la cárcel de Guantánamo, en Cuba, entregados a las autoridades en Honduras en una escala previa. «Todavía, si uno lo ve a nivel regional, estamos lejos de los niveles de Centroamérica o Colombia, pero, si lo miras desde el propio Perú, sí comienza a haber un crecimiento fuerte en la violencia, que era algo que no caracterizaba propiamente el caso peruano, y eso impacta mucho», señala a EFE el politólogo Eduardo Dargent.

El delito de extorsión estaba aumentando en los últimos años en Trujillo, la tercera ciudad del país y bajo el azote de bandas criminales asociadas a la minería ilegal, pero ahora Lima es un enorme escenario donde cada vez es más común y violenta. «Es muy fuerte la generalización de la extorsión, ha cambiado, ha crecido y se siente de alguna manera incontrolable», explica Dargent. La orquesta a la que pertenecía el cantante asesinado había sido supuestamente víctima de extorsión por parte de delincuentes que les pedían dinero a cambio de protección, algo que se repite tanto en muchos otros sectores en un país donde impera la informalidad. El investigador en temas de inseguridad, César Bazán, indica que la extorsión a pequeños comerciantes o transportistas no es nueva. Lo que es novedad es la violencia con la que se ejerce, los métodos intimidatorios y finalmente el uso de sicarios. Y que la capital del país, como gran centro económico «retiene el paso de organizaciones criminales que ahora actúan en complicidad o con la impunidad de agentes del Estado».

 

 

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