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El Intercambio

LA PACIENCIA, PAGA... Por Mgter Javier Apilanez Martínez Contador Público Nacional (UNSL). Magíster en Economía y Negocios (UNSL). Doctorando en Ciencias Económicas (UNC – Cohorte 2022). Profesor Adjunto Administración Financiera (UNSL). Profesor Ayudante Administración Financiera (Maestría en Economía y Negocios – UNSL). Autor recurrente Errepar y diversas publicaciones en revistas especializadas en temas de Insolvencia y Derecho Concursal.-

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Cada año que comienza, a aquellos que seguimos de cerca los mercados de capitales nos invade la persistente manía de preguntarnos qué irá a pasar. Y lo más insólito es que esa duda nos encuentra, casi siempre, en nuestra etapa de descanso vacacional. Los años me enseñaron que las buenas ideas surgen cuando hay tiempo para pensar en ellas dado que, entre otras cosas, no debemos atender en forma inmediata a la irracional rutina cotidiana. Empecemos…

Cuando pensaba en los motivos de este artículo, dijo presente la eterna duda del ahorrista: ¿qué va a pasar? Y, dado que ya escribí sobre ese tema para otro portal de noticias financieras, decidí enfocarme en la idea de revisar la historia financiera reciente como forma de dar algunas pistas (pistas, no consejos…!!!) del tipo de enseñanzas que ha dejado y que sustentan la idea subyacente en el título de este artículo.

En primer lugar, y lejos de tratarse de un ensayo de filosofía, lo bueno del pasado es que es ineludible. Sin duda alguna, el pasado propio, el ajeno incluso el colectivo estará allí petrificado en forma indefinida y cada vez que lo revisemos nos dirá lo mismo. Ello, lejos de ser una condena, es uno de los puntos de partida más significativos de las finanzas personales y se conecta con uno de los temas de actualidad más discutidos tanto en la academia como en ámbitos profesionales de asesoramiento financiero: el horizonte de inversión. Veamos entonces qué dice una parte de ese pasado.

Durante el año 2022, por el rezago de los efectos de la pandemia de COVID, sumado a algunos desajustes en la política monetaria de Estados Unidos, el S&P 500 (es un indicador de la performance de las 500 empresas más grandes que cotizan en Wall Street) perdió un increíble 27%. A grandes rasgos y desde la lógica de dicho indicador, las empresas habían perdido un cuarto de su valor si se las mide por su capitalización bursátil.

Ello generó un punto de inflexión a nivel global, provocando que los retornos (léase ganancias) de 2023 y 2024, aunque se ubicaron por encima del promedio histórico, tuvieran un comportamiento bastante peculiar: fueron robustamente más comunes a lo largo del tiempo que las caídas (léase pérdidas).

Es así que, en 2023 se observaron ganancias del 52 % y el 2024 agregó un 24% extra a lo ya conseguido. Haciendo simples cuentas, esas empresas no solo recuperaron su valor, sino que además son 40% más valiosas que en 2022.

Intentando no afectar la paciencia del lector, quiero detenerme desde dicha perspectiva histórica, a analizar el pasado. En épocas de influencers que muestran su bondad al compartir entre el gran público que se sumerge en las redes sociales sus recetas mágicas de cómo hacerse millonario en un santiamén, sumando esa peculiar fauna de especuladores seriales que a veces no alcanzan, a mi exclusivo criterio, el rango de simples principiantes carentes de sentido teórico y sin olvidarme de los típicos amantes del vértigo que piensan que la vida en los mercados de capitales va a alta velocidad cuando la historia muestra todo lo contrario, queda una sólida enseñanza: la paciencia paga y ello a veces implica tener que soportar las fluctuaciones del corto plazo.

¿Por qué afirmo esto? O mejor dicho: ¿Cómo lo sostengo? Solo por simples razones. En general, los países con administraciones comprometidas con el desarrollo económico tienen perspectivas de crecimiento a largo plazo. Ello implica que haya mas, mayores y mejores empresas. Por otro lado, en los mercados de capitales hay mucho dinero invertido y ese dinero tiene dueño (en muchos casos ahorristas pequeños) y nadie, excepto algún trasnochado autosatisfactivo, piensa que si a “las empresas les va mal al pueblo le tendría que ir bien”. Por último, no se puede construir un imperio financiero de un día para el otro, ello lleva su tiempo con lo que ello implica en términos de vida.

Quiero despedirme con una frase del legendario inversor Warren Buffett la cual resume, como no podía ser de otra forma, magistralmente mi idea: «A los negocios estadounidenses, y a los de los países les irá bien con el tiempo, así que sabés que al universo de inversión le irá muy bien«. El único ejercicio que le pediré al lector es que utilice la palabra “argentinos…” y desde allí saque sus conclusiones.

Colofón: Ansiosos, abstenerse…

 

 

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