El lunes pasado , cercado por el agotamiento de su política progresista globalista  y ante la certeza que su propio partido no le iba a ratificar la confianza, Justin Trodeau presentó la renuncia al cargo de primer ministro de Canadá  y de líder de su partido.

Trodeau que era excelente con las selfies, los discursos fuertemente a favor de la igualdad, inclusión, la “justicia climática” y fundamentalmente la opción por la imagen como reemplazo a la gestión.

Por supuesto que esta política woke chocó contra la realidad ¿qué realidad? El aumento sideral en los últimos años  de la energía eléctrica y gas en Canadá,  el firme aumento de los alimentos que comenzó a meter familias en la pobreza, el aumento de la inseguridad (como consecuencia de una política inmigratoria destructiva) y los precios de los alquileres y viviendas que se hicieron inalcanzables. 

Esa era la realidad del Canadiense, quien  se cansó de los hastag, selfies  y los discursos “políticamente correctos”  y se dio cuenta que en realidad eran políticas emprobrecedoras.

También, y no menor, su pésima gestión económica que llevó la deuda pública casi al 108% del PBI.

No es un caso aislado, sino una serie de eventos electorales que hacen patente el fracaso del progresismo global con su agenda 2030,  fijémonos en 2023, Jacinda Ardern dejó el poder en Nueva Zelanda , tras la baja popularidad entre los miembros de su propio partido y los votantes, ese mismo año Sanna Marin, la ex primera ministra finlandesa, renunció a liderar su partido tras una derrota electoral fulminante entre sus promesas incumplidas y la dura realidad (con una gran situación de inseguridad a consecuencia de sus políticas inmigratorias).

En noviembre de 2024, Joe Biden y Kamala Harris sufrieron un duro revés en Estados Unidos, perdiendo bastiones clave, logrando el partido Repúblicano el control de ambas cámaras (inédito), lo que quedó patentado el gran descontento con la gestión del veterano presidente.  En Alemania, Olaf Scholz y los socialdemócratas enfrentan elecciones anticipadas en febrero, en lo que se perfila como otro descalabro histórico, producto de una política energética pro agenda 2030 que casi duplicó el precio de  los servicios de luz y gas para el Alemán promedio.

Es evidente que en el mundo hay una crisis de la izquierda que, con políticas que se ven bien en el discurso, choca cuando se aplican y se enfrentan con la dura realidad