En una movida inesperada, el dictador Nicolás Maduro ha anunciado que la Navidad en Venezuela comenzará el 1° de octubre, mucho antes de la tradicional fecha en diciembre. «Es septiembre y ya huele a Navidad, y por eso este año, en homenaje al pueblo combativo y en agradecimiento a ustedes, voy a decretar la Navidad para el 1° de octubre», declaró Maduro. Sin embargo, detrás de este insólito anuncio se ocultan motivos mucho más oscuros y preocupantes.

Venezuela vive bajo una gran dictadura, con un régimen que ha controlado todos los aspectos del país, incluyendo las elecciones, la economía y las fuerzas armadas. Este adelanto de las celebraciones navideñas parece ser una maniobra desesperada para distraer la atención del creciente malestar dentro del sector militar, que se encuentra cada vez más intranquilo y en desacuerdo con la gestión del dictador. Las tensiones dentro de las fuerzas armadas podrían estar alcanzando un punto crítico, y Maduro busca crear un ambiente festivo para sofocar cualquier indicio de rebelión o insurrección.

El adelanto de la Navidad también llega en un momento de fuerte presión internacional y oposición interna. Maduro ha sido cuestionado por la comunidad internacional y la oposición venezolana tras las elecciones presidenciales del 28 de julio, que estuvieron plagadas de irregularidades y denuncias de fraude. La medida de adelantar las festividades no es nueva en la estrategia del régimen chavista, que ya ha utilizado tácticas similares en el pasado para desviar la atención de los graves problemas que enfrenta el país, como ocurrió durante la pandemia de COVID-19 y tras la publicación de informes internacionales sobre violaciones de derechos humanos.

En un país donde la crisis económica ha devastado a la población y la represión es la norma, el anuncio de Maduro se ve como un intento más de manipular a las masas, manteniéndolas entretenidas y alejadas de las crecientes tensiones internas, especialmente dentro de las filas militares. Este movimiento subraya el desesperado estado de un régimen que lucha por mantener su control en medio de un creciente descontento tanto dentro como fuera de sus fronteras.