¿Es el fin de las ideologías?
Mgter. Ileana Marina Chirinos Escudero
¿Es el fin de las ideologías o estamos ante nuevas y más solapadas ideologías? Daniel Bell fue un sociólogo norteamericano que publicó «El fin de las ideologías» por primera vez en 1960. En esa obra aborda, por un lado, los cambios estructurales en la sociedad norteamericana durante las últimas décadas del siglo XX, y por el otro, el tema del fin de las ideologías. Asimismo, describe la transformación de la sociedad norteamericana en una sociedad postindustrial y desarrolla su tesis sobre el agotamiento de las ideas políticas en los años cincuenta. Para Bell, la lucha ideológica había sido reemplazada por una política más pragmática, enfocada en encontrar soluciones concretas a problemas específicos.
Sin embargo, en las últimas décadas, hemos observado que muy a pesar de Bell, las ideologías no han desaparecido; simplemente han evolucionado y adoptado nuevas formas. Las ideologías siguen siendo fundamentales en la configuración de las políticas y en la movilización de las masas.
La llamada psicología política, con raíces en los aportes de Gustave Le Bon y Harold Dwight Lasswell, se ha convertido en una herramienta crucial para entender cómo las ideologías siguen vigentes. La psicología política estudia, describe y explica el comportamiento político y cómo este comportamiento está influenciado por las ideologías.
Hoy en día hay nuevas formas de ideología en la Era Digital: tenemos fenómenos como: los «odiadores profesionales digitales», las «primaveras políticas”, las «batallas culturales”, “los influencers políticos “, “las nuevas identidades virtuales”, “la inteligencia artificial” y hasta patologías políticas que emergen en ciertos escenarios como riesgos de la megalomanía y el de la permanente autorreferencia.
Son estos fenómenos los que nos indican que las ideologías se han adaptado a la era digital. Las redes sociales han dado lugar a nuevas formas de movilización y de expresión ideológica a través de los topics trends o simplemente los “like”. Por otra parte, los movimientos feministas y ecologistas en el mundo, muestran cómo las ideologías de justicia social y derechos humanos se reencarnan en nuevas formas de activismo.
Consideramos aquí el concepto de ideología -según Martín Baró- como un sistema de representaciones o realidad operante que no tienen nada que ver con la “conciencia”; son la mayor parte del tiempo imágenes, a veces conceptos, pero, sobre todo, se imponen como estructuras a la inmensa mayoría de las personas. Entonces, encontramos un gran punto de encuentro entre psicología y política. Si existe tanta conexión entre psicología y política entonces estamos obligados a estudiar más, a desarrollar metodologías, teorías, modelos de sensibilidades y contenidos orientados fundamentalmente a la anticipación y predicción del cambio.
También en esta era digital, las plataformas políticas han cambiado drásticamente. Muchos políticos utilizan frases o ideas hipercomprimidas, conocidas como «soundbites», para comunicar sus propuestas y soluciones económicas. Estas frases están diseñadas para ser fácilmente compartidas y difundidas a través de redes sociales, donde el consumo de información es rápido y superficial. Este fenómeno ha llevado a una simplificación extrema del discurso político, donde las complejidades de las políticas públicas se reducen a eslóganes y promesas que buscan captar la atención del electorado. La explicación de modelos es básicamente explicar algo que ya está simplificado y que funciona bajo determinados supuestos.
Además, respecto a las audiencias podrían explicarse el por qué los niveles de fanatismo son tan altos, ahí actúan los sesgos confirmatorios, la gente tiene la tendencia a favorecer e interpretar la información que confirma las propias creencias o sus propias hipótesis dando desproporcionadamente menos consideración a otras hipótesis o alternativas, es un error sistemático del razonamiento inductivo. Adicionalmente estos sesgos actúan como filtros perceptivos, sólo atendemos aquello que convalida nuestras opiniones.
Por otra parte, sabemos de sobra, que en general muchas sociedades se han polarizado significativamente en la última década, y los líderes políticos, lejos de actuar como moderadores, a menudo avivan más el fuego de la discordia. En Estados Unidos, la presidencia de Donald Trump es un claro ejemplo de cómo un líder puede exacerbar la polarización al utilizar un discurso confrontacional pero altamente efectivista y marketinero.
En conclusión, lejos de haber llegado a su fin, las ideologías han evolucionado y se han adaptado a las nuevas realidades sociales y se reencarnan en nuevos actores políticos que reinterpretan el sentir de la insatisfacción colectiva. Siguen siendo fuerzas poderosas que moldean el comportamiento político y las decisiones colectivas, demostrando que la política sigue siendo, como en el pasado, muy emocional y visceral; sigue afectando y cambiando la vida de la gente, a veces para bien otras para mal. En otras palabras, la figura política no deja de ser un ser humano que representa su contexto social, el imaginario en forma de representación y por eso mismo, lejos esta de ser infalible.
gabriel_editor
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